domingo, 11 de octubre de 2009

LA DEMORA DEL COITO


En el sexo es más importante el proceso que el objetivo, lo saben especialmente los practicantes de las enseñanzas del tantra. ¿Qué importa si se llega o no al orgasmo si durante cada posición, penetración, caricia o abrazo de la relación sexual se siente excitación y placer absoluto?


El coito que exalta el placer y lo prolonga implica concentración en el cuerpo del otro y disfrutar cada uno de los pasos de este encuentro. El resto no existe, ni las creencias, ni el pasado ni el presente. En este espacio no hay reuniones, deberes o compromisos. Sólo dos cuerpos y mentes dispuestos.


En letra de las enseñanzas tántricas, lo que en realidad se busca en un encuentro sexual es prolongar la excitación sexual, más allá del orgasmo que durante unos segundos que se desvanecen demasiado rápido.


No buscar el orgasmo es difícil cuando se ha crecido tratando de conseguirlo. Para enfocar una relación sexual de una forma distinta, con un placer y goce mutuo más allá de un momento, cobran utilidad los consejos, recomendaciones y cada uno de los pasos que las técnicas milenarias del tantra nos transmiten.


Son mucho más que un recetario, pero es una forma de introducirse en este mundo y aquí hay una muestra.


Un ejercicio básico y que constituye el preámbulo del rito hacia el placer durante horas es no consumar la penetración completa de inmediato. El pene sólo debe entrar hasta el primer tercio de la vagina, no más de dos centímetros y medio.


El hombre debe mantenerse en esta posición durante aproximadamente un minuto, retirarse y dejar descansar el pene sobre el prepucio del clítoris hasta volver a penetrar de la misma forma, sin llegar al fondo. La idea es evitar la eyaculación, un derroche de energía vital.


Se busca retardarla y disfrutar la excitación de este proceso. No se trata de un acto mecánico y rápido, es justamente la antesala de lo que viene y quedarse en este juego por 20 minutos es el mínimo que lo asegura.



Un dato, la piel de hombres y mujeres posee 600 mil puntos sensibles y la base de estos ritos amatorios pretende la exploración de todos.


El tantra describe diez posiciones iniciales para prolongar la excitación sexual mutua.


Cada una encadenada a la otra con intervalos de descanso y relajo cuando sea necesario, en especial cuando la excitación esté a punto de desembocar en la eyaculación. Si quiere hasta puede beber y comer ligeramente.


Lo que viene es una secuencia que comienza con cariños y palabras amorosas, mirándose mutuamente, concentrados en el otro y sus sensaciones.


Ambos sentados, recostados levemente hacia atrás apoyados en los brazos. Se produce la penetración lentamente y la pelvis se mueve circularmente. Le sigue una penetración profunda para lo cual la mujer debe abrir bastante las piernas.


Esto requiere esfuerzo físico, por lo tanto y casi para compensar, se continúa sentados, cara a cara, los cuerpos erguidos y las piernas entrelazadas. Es una postura para abrazarse, acariciarse y dejar que circulen los sentimientos.


Ya llevamos tres posturas, la cuarta es la llamada “el misionero”, donde el hombre debe estar aún más atento de no llegar a la eyaculación.


Luego se puede estirar sobre la cama mientras la pareja se sienta sobre él en cuclillas en plenitud, ambos tomados de las manos y moviendo sus pelvis en círculos. Variamos un poco, colocando unos almohadones debajo de la espalda y el torso de la mujer queda a merced de la visión del hombre. Ocasión, como tantas otras, de acariciar sus pechos y besarlos.


Detención obligada, mirarse cara a cara. Es difícil, pero es el remanso necesario para tener fuerzas para continuar. Pueden quedarse ambos acostados de lado, abrazados, él encima de ella. Relajados.


La fase final se acerca y en la octava etapa el hombre se pone encima, por detrás de la mujer, ambos estirados, con penetraciones profundas y embestidas largas. ¿Han escuchado o practicado la llamada “tijeras”? este es su momento. Ella recibe casi de espaldas, pasando una pierna sobre la cintura de su pareja, que la penetra profundamente, entrelazando los cuerpos.


La última postura llega con la mujer posándose encima de su pareja que yace semirecostado.


Sentada sobre él, le da la espalda y es penetrada suavemente mientras él la acaricia en los pechos y besa su cuello. Secuencia de posturas que se recorren encadenadas y que por cierto tardarán más de 10 minutos en transitar, experimentando la excitación en cada una de ellas, no dejando que explote, manteniéndola. La excitación de ambos es absoluta. Ha llegado el momento de vivir de desatar la energía acumulada, el tantra lo llama hiperorgasmo

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